martes, 26 de junio de 2012

Turó de la Rovira / Slussen



Els tres turons que se encuentran en Barcelona ayudan al ciudadano a saber que, a pesar de los límites de mar y montaña que tiene la ciudad, algo de naturaleza sobrevive en la ciudad más gris del mundo. El caso de Mosevache en Stockholm representa casi lo contrario. Nos encontramos, de repente, con un muro de piedra natural infranqueable que se eleva más de treinta metros y que, para acceder al lugar, o se sigue un camino de senderos propios del Pirineo, o se ataja con un ascensor más similar al de la torre Eiffel. Y éste es, quizás, el caso más emblemático de la ciudad, pero cuando uno se adentra en el barrio de Södermalm, donde la cuadrícula i las fachadas lineales de vivienda colectiva se asemejan al Berlín más oriental, uno se da cuenta que encontrarse con muros de roca no es nada inusual. En este caso parece que, a pesar de la cuadrícula, la tierra haya buscado los lugares más frágiles para desarrollar toda su opresión, recordando al ciudadano quién manda.