Cuando uno habla de vivienda barata de protección oficial,
lo más cercano a guetto construido que ha existido en Barcelona hasta hace
poco, ubicado más lejos que cerca de una ciudad que le da la espalda, me viene
a la cabeza las residencias de estudiantes que se encuentran en el norte de
Stockholm. Una construcción planificada con unas calles urbanizadas a mínimos,
en lo alto de una colina que, para llegar al lugar hay que atravesar un campo
de vacas o nieve y subir una cuesta infernal o las escaleras de la muerte. Un
supermercado una lavandería y un bar es todo lo que ofrece el conjunto de
edificios en L que se repinten un mínimo de 20 veces. En éstos, doce
habitaciones por planta con una cocina a compartir y un pequeño comedor, que
con suerte, tenia algún poster feo de Madonna y un televisor. Caliente, limpio,
con una red de autobuses que no se retrasa ni un minuto, con el agua caliente
preparada para salir segundos antes de encender el grifo, precio razonable,
seguridad extrema, educación, respetuosa convivencia y reciclaje. Como dato
curioso, los martes a las 22 h estaba permitido, durante diez minutos, gritar
hasta quedarse afónico por las ventanas.