Aunque
no halara de Japón, hay algo que escribía Calvino en las “Ciudades Invisibles” que podría quizás transcribirse aquí; si en
un intercambio de sujetos pensáramos en una hipotética Tokio y el cielo (en vez de “Las
ciudades y el cielo”), podría imaginarse:
“En [Tokio] que se extiende hacia arriba y hacia abajo, con callejas
tortuosas, escaleras, callejones sin salida, chabolas, se conserva un tapiz en
el que puedes contemplar la verdadera forma de la ciudad. A primera vista nada
parece semejar menos a [Tokio] que el dibujo del tapiz, ordenado en figuras
simétricas que repiten sus motivos a lo largo de líneas rectas y circulares,
entretejido de hebras de colores esplendorosos, cuyas tramas alternadas puedes
seguir a lo largo de toda la urdimbre. Pero si te detienes a observarlo con
atención, te convences de que a cada lugar del tapiz corresponde un lugar de la
ciudad y que todas las cosas contenidas en la ciudad están comprendidas en el
dibujo, dispuestas según sus verdaderas relaciones que escapan a tu ojo
distraído por el trajín, la pululación, el gentío. Toda la confusión de
[Tokio], los rebuznos de los mulos, las manchas del negro humo, el olor del
pescado, es lo que aparece en la perspectiva parcial que tú percibes; pero el
tapiz prueba que hay un punto desde el cual la ciudad muestra sus verdaderas
proporciones, el esquema geométrico implícito en cada uno de sus mínimos
detalles.
(…) Sobre la relación misteriosa de dos objetos tan diferentes como el
tapiz y la ciudad se interrogó a un oráculo. Uno de los dos objetos –fue la
respuesta- tiene la forma que los dioses dieron al cielo estrellado y a las
órbitas en que giran los mundos; el otro no es más que su reflejo aproximado,
como toda obra humana.
Los [visitantes occidentales]
estaban seguros desde hacía tiempo de que el armónico tapiz era de factura
divina; en este sentido se interpretó el oráculo, sin suscitar controversias.
Pero [los japoneses habían extraído] la conclusión opuesta: que el verdadero
mapa del universo es la ciudad de [Tokio] tal como es, una mancha que se
extiende sin forma, con calles todas en zigzag, casas que se derrumban una
sobre la otra en una nube de polvo, incendios, gritos en la oscuridad.”