miércoles, 27 de junio de 2012

III. La nada: el vacío







































Al fin, el visitante entendería que allí, las calles no son cada una de las calles, sino el vacío entre edificaciones que se esparce por el territorio; el mismo vacío que se cuela entre las casas algo separadas las unas de las otras. Un vacío que no encuentra grandes tapias que encierran lugares, sino que se extiende desde los pavimentos urbanos hasta la nieve de las montañas.  
El viajero comprendería que las casas tampoco encierran nada en su interior, no hay adentro, ni afuera, sino el mismo hábitat lujoso en todas partes. Que se trata precisamente del mismo vacío que envuelve las varillas y sostiene las sedas de las mujeres, un aire que a su vez se cuela entre las verduras y la liviana fritura del tempura.

Las maquetas de Junya Ishigami para el Kanagawa Institute of Technology insinúan el avanzar de este hábitat vacío.