Del recorrido por Sants me quedo con la sensación
de comunidad desprenden sus calles; con el guía que nos llevó por el barrio,
que mostraba abiertamente su indignación por diversas actuaciones que se
estaban o habían llevado a cabo en el barrio; y con la visita a Can Batlló,
lugar impulsado por y para las gentes del barrio.
Al pensar en Zaragoza, inevitablemente, me vino a
la cabeza el proyecto de ‘Esto no es un solar’. Una serie de actuaciones de
regeneración urbana llevadas a cabo en la ciudad, impulsadas por los arquitectos
Patrizia Di Monte e Ignacio Grávalos.
Se trata de una serie de proyectos en 28 solares
abandonados de Zaragoza, que transforman estos espacios desocupados en huertos,
parques o canchas deportivas, y siempre en cortos periodos de tiempo.
Comenzó en 2009 limitándose al centro histórico de
la ciudad, pero debido a su gran éxito se amplió el programa y se extendió su
zona de actuación.
Las remodelaciones tienen un carácter transitorio.
Los propietarios de los solares desocupados, al tener obligación de mantener en
buen estado estas parcelas, hacen una cesión gratuita del terreno para su uso
público durante un periodo mínimo de 12 meses.
Cada proyecto es el resultado de un proceso de
diálogo con la comunidad, y sólo son posibles gracias a la participación
ciudadana, asociaciones vecinales, culturales…, además de proporcionar trabajo
a 50 desempleados de la ciudad.
Lo interesante es éste carácter casi espontáneo,
la participación activa de la gente que asegura una mayor aceptación de los
proyectos, y la evidente mejora del espacio público de la ciudad.
Proyectos de bajo coste en una época de evidente
falta de dinero, que nos descubren nuevos lugares donde jugar, charlar, tomar
el sol, o simplemente pasar. Reivindicar el espacio de la calle como lugar no
sólo de paso, sino donde se puede estar, conocer a tus vecinos, y potenciar así
la cohesión social propia de un barrio en un tiempo donde el individualismo
parece ser lo único que nos importa.