martes, 26 de junio de 2012

BARRAQUISMO - VILLA 31


El barraquismo representa un fracaso social pero es necesario para ver la frontera que existe en distintas sociedades. Esta “barrera” parece que no está bien vista (obviamente) y es cuando las ciudades se plantean proyectar al exterior (en otros términos, venderse al mundo) cuando se plantean soluciones a las urbanizaciones informales. Estaría bien saber que simplemente se plantean mejorar la situación habitacional de estos barrios “porque sí” pero en Barcelona, por ejemplo, fueron necesarias unas olimpiadas (como en Rio). En Buenos Aires, la Villa 31 se sitúa justo en el centro de la ciudad. Hace poco se han empezado a buscar maneras de mejorar la situación (sin contar los múltiples intentos de exterminación de la villa echando a sus habitantes en camiones fuera de la ciudad y fronteras del país).
Evidentemente no es casualidad ni “buena voluntad” lo que ha llevado al Gobierno de Macri a plantear una reforma: Existen unos terrenos ubicados muy cerca de los asentamientos cuyo valor asciende a 300 millones de dólares (sólo el terreno). 

El asentamiento comenzó a gestarse a principios de los años 40 cuando el Gobierno nacional decidió otorgarles los terrenos a trabajadores italianos. Con el primer peronismo, llegaron al barrio migrantes provenientes del interior del país. Llegaban a Buenos Aires para ser la mano de obra necesaria de las industrias. En las décadas posteriores, llegaron extranjeros de países limítrofes y las familias de trabajadores cada vez más informales, y después de la de Flores, la 31 y la 31 bis conforman el asentamiento más poblado. 



Al calor del neoliberalismo más extremo, las villas de emergencia multiplicaron su tamaño y su población. De hecho, alrededor de un millón de personas habitan este tipo de entramados urbanos en la metrópolis Buenos Aires. El desarrollo económico típico de los últimos veinte años –profundizado en los ’90- fracturó el tejido social para arrojar como resultado realidades bien opuestas. Actualmente, puede verse esa situación sin necesidad de recorrer muchos kilómetros: el lujoso hotel Sheratton a pocas manzanas (cuadras) de la 31, es uno de los tantos indignos ejemplos de la desigualdad. 

Con la última dictadura militar, se llevó a cabo una erradicación compulsiva y violenta de la villa. Con el retorno de la democracia, la 31 se pobló otra vez. En pocos meses, reunió alrededor de 12 mil personas. Al final, en el ’94 nació la villa 31 “Bis”, que extendió la población a las 70 mil personas actuales. La 31 originaria se divide ahora en cinco barrios: Güemes, Inmigrantes, Comunicaciones, YPF y Autopista. Ambos asentamientos adquieren, cada tanto, la atención pública. Casi siempre, la mirada incluye intolerancia, estigmatización y discriminación en dosis altas y por igual. 

Quizás estaría bien plantear soluciones reales para la gente que vive en situaciones de vulnerabilidad y no para “limpiar” la imagen de grandes ciudades moviendo el problema...