jueves, 19 de abril de 2012

Granollers, Subsede Olímpica

Pocos eventos han marcado tan profundamente una ciudad como en el caso de las Olimpiadas del 1992 a Barcelona.

Gracias a la nominación de Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos de 1992, no solo se construyeron nuevas instalaciones deportivas, sino que se inició una gran transformación que afectaría a toda la ciudad.

Se mejoraron las infraestructuras, como es el caso del aeropuerto de Barcelona (se mejoró la terminal B, y se crearon dos terminales nuevas la A y la C). Se crearon nuevos hoteles y reformaron algunos que ya existían. Se restauró la zona donde se situó  la Villa Olímpica, hasta el momento muy degradada. Se modernizaron partes de la ciudad para satisfacer las necesidades de un evento como este. Y el cambio quizá más importante, la ciudad se abrió al mar.

En total había 35 instalaciones deportivas para albergar todas las competiciones. La ciudad de Barcelona contó con 19 instalaciones divididas en diferentes áreas, una de estas era Monjuïc.

En Monjuïc se realizó una transformación urbanística global. Se reformaron las conexiones viarias, se facilito la subida a través de escaleras mecánicas integradas en el parque, se inició la urbanización de zonas casi desconocidas hasta ese momento, como el lado sud de la montaña, ocupado por basuras y barracas.

Todas estas mejoras contribuyeron a mejorar la relación ciudad-montaña, estando esta cada vez más cerca de la ciudad.

Pero Barcelona no fue la única ciudad en beneficiarse del evento. Se eligieron otras 15 ciudades como subsedes de los Juegos Olímpicos. Una de estas ciudades es Granollers.




Granollers fue escogida como sede del balonmano, realizándose todos los partidos a excepción de las finales que se realizaron en el Palau Sant Jordi.

La elección de Granollers como sede de este deporte no es de extrañar. Desde la creación del Club Balonmano Granollers en 1944, es uno de los clubs más laureados del país, por la cantidad de títulos conseguidos. En la ciudad se ha convertido ya en parte de su tradición.

Para albergar esta competición se construyó un nuevo complejo deportivo, el Palacio de Deportes de Granollers, diseñado por el arquitecto Pep Bonet. 


Tiene una capacidad para 5.500 espectadores, y fue concebido como un espacio polivalente apto para todo tipo de actos, tanto deportivos, como sociales o culturales.



Además de la pista principal, el complejo cuenta con una pista anexa, dos pistas de squash, varias pistas descubiertas de balonmano y mini-balonmano, un centro de medicina deportiva y las oficinas del servicio de deportes del ayuntamiento.

Pero al igual que en Barcelona, Granollers no solo ganó un nuevo equipamiento deportivo, sino que incorporó pequeños cambios que contribuyeron a mejorar la ciudad.


El Palacio de Deportes se construyó en la parte sur del término, ocupada en gran parte aun por zonas agrícolas, que gracias a estas nuevas instalaciones se revalorizó, urbanizando toda la zona que rodeaba el complejo deportivo.

Esta urbanización fue posible gracias a la concepción de este edificio en forma de sala, por contraposición a las instalaciones en forma de circo, que exigen grandes espacios abiertos alrededor. La forma permitió la integración de este al entrono urbano a una escala doméstica y residencial.