Con el río Tajo como
fondo constante y una luz única, se reconoce la ciudad de
Lisboa. Ubicado en las orillas del estuario del Tajo, la
ciudad tiene para darle gracias por toda su historia y su
origen.
Los autores de la
antigüedad le atribuye la fundación de Olisipo al héroe
Ulises. El área de Belén, ", “da ocidental praia lusitana, por
mares nunca antes navegados” (Canto I, Lusíadas, Luís de
Camões) partió de los grandes descubrimientos en las
carabelas. Por lo tanto, ser la capital europea más ociental, la
ciudad se desarrolló como un puerto de entrada comercial
para el Mar Mediterráneo.
En contraste con la base fluviária, el centro histórico se divide entre siete colinas. Se instaló en una topografía accidentada, marcada por el sonido del tram a subir por las calles de empedrado blanco. Entre las colinas que se extendían sobre el Tajo, se encuentra el castillo, con la Mouraria y Alfama, como un primer signo de urbanidad, un punto estratégico de defensa.
En paralelo a la
escalada de los otros cerros, la ciudad comienza a
crecer más cerca dela planta baja del río,
formando dualidades como la Baixa y Chiado, con marcadas
diferencias en las cuotas. Sin embargo, es imposible
crear un retrato de Lisboa, sin mencionar el catastrófico
terremoto y el tsunami de 1755 que cambió para siempre la
imagen de la ciudad, pero ofreció la posibilidad de
construir la red ortogonal de la Baixa y Chiado, ahora
un centro de comercio y cultura.
La ciudad siguió
creciendo por el norte con grandes avenidas en el estilo
francés, y en final del siglo XX, se acerca de nuevo el río con
una sede nueva empresarial creada después de la Expo 98.
Con este post, he tratado de explicar su contexto a través de la costa de Lisboa. A partir de ella, se justifica no sólo el entorno urbano y su historia, sino que también revela la pasión alimentada por todos los lisboetas por su Tajo.