Palma y Barcelona tienen como fuente de su expansión
un elemento en común, ambas parten en su origen de la ciudad amurallada frente
al mar que con el paso del tiempo y el incremento demográfico se vio expandida
más allá de sus murallas.
Tanto en una ciudad como en la otra, el proceso de
“salto” sobre estos muros ha provenido de unas causas similares, respondiendo a
una serie de requisitos marcados por las distintas épocas y necesidades de
estas que han dirigido las pautas de este hecho.
En la vertiente marítima, las murallas, desaparecen a
medida que el objetivo para el que fueron construidos, la defensa de la ciudad,
va perdiendo peso y se priorizan otros campos como la actividad mercantil marítima
que alcanza su auge en el siglo XIX y el turismo. Mientras, en su tramo interior las murallas
se abren para dar cabida a las vías de conexión de la ciudad con las
poblaciones vecinas. Estas vías se potencian a medida que el comercio se acentúa,
de manera que se empiezan a configurar las primeras avenidas de entrada y
salida de la ciudad.
Dado que la actuación extramuros es radicalmente
diferente en las dos ciudades, hay que destacar las diferencias que encontramos
en la ciudad intramuros, entre los dos núcleos de expansión de ambas ciudades.
Sobre todo si nos fijamos en como se han tratado los edificios más
representativos y su relación con la construcción que los rodea.
En el caso de Palma estos edificios ya están en un
enclave determinado por razones previas a la muralla. Eso quiere decir que la
relación entre estos y la muralla siempre ha sido algo secundaria en cuanto a
su posicionamiento relativo. No obstante, una vez fijada la posición de estas
construcciones sus características formales son las que se ven modificadas por
el acercamiento de la muralla. Es decir, que durante los años en los que la
muralla ha ido avanzando y retrocediendo creando nuevas situaciones de
intersticio no ha afectado directamente a la imagen del edificio, pero si a su
relación con la ciudad y las edificaciones colindantes.
La relación entre la edificación contenida por la
muralla y esta es más estrecha en el caso de Palma que en Barcelona, dónde el
intersticio entre mar y antigua muralla se ha ampliado tanto que actualmente es
difícil reconocer el antiguo trazado de esta.
Otro hecho distintivo lo encontramos en que en el
caso de Barcelona se abrieron grandes vías que atraviesan la ciutat vella
rompiendo el trazado de calles original como es el caso de la vía Laietana, mientras
que en Palma la red viaria de la ciudad medieval se mantiene casi igual y las
vías de mayor dimensión se encuentran donde antaño se encontraba la muralla,
recorriendo su antiguo trazado. En Palma la muralla sigue configurando la
ciudad como lo hacia antiguamente, antes como muro que separaba la ciudad
intramuros de la extramuros. Actualmente, las avenidas simulan a la antigua
muralla diferenciando entre el casco antiguo y la Palma más reciente.