Dos morfologías opuestas de
ciudad siendo los limites naturales los que acotan el territorio urbano. La
capital del norte se dispersa por el agua mientras que la ciudad condal
simplemente la abraza. Estocolmo está formada por 14 islas y 57 vías de enlace
entre ellas. Cada isla tiene su función y contenido y es así como se organiza
la ciudad a diferencia del modelo común de ciudad que se divide en barrios limitados
por líneas “imaginarias” dentro de un complejo compacto. La transición de un
barrio a otro en paulatina ya que dispones de un margen de recorrido que hace
evidente el paso de un distrito a otro. Los granates y ocres de las fachadas separadas
por estrechas calles adoquinadas van desapareciendo a medida que te adentras en
la ciudad y te alejas de la isla mas antigua. La topografía de las islas también va marcando sus diferencias
siendo algunas de agradable paseo y otras impidiendo un fácil descubrimiento de
su interior. No solo el salto entre las partículas hace interesante la
exploración de la ciudad en un mismo momento sino que la transformación que
sufre con el paso de las estaciones reafirma su belleza. El invierno tiñe todo
de blanco contraponiéndose a la oscuridad del día, la primavera tapiza el
paisaje con una vegetación exuberante, el verano permite el disfrute de las
aguas descongeladas mientras la luz invade la noche hasta que llega el otoño,
que unifica fachadas y vegetación con granates y ocres hasta cubrirse de nuevo
de la capa monopolizadora del invierno.