miércoles, 27 de junio de 2012

Ciudad de Porto


Tal como Barcelona, la ciudad de Porto queda limitada geográficamente por mar y por los ríos Douro (Duero) y Leça a Sur y Norte respectivamente. Estas similitudes no lo son por casualidad como tampoco lo es la influencia que ambas ciudades ejercieron en el comercio marítimo de atlántico y mediterráneo durante siglos. Todas las culturas que ocuparon la ciudad de Porto supieron ver las fuertes ventajas estratégicas de una topografía porteña de fuertes pendientes hacia el río que la hacían fácil de defender de las invasiones por mar a la vez que las calmadas aguas de la desembocadura  permitían el flujo de barcos comerciales convirtiéndolo en uno de los puertos de referencia en la ruta de las especias.

Es fácil, pues, pensar en ambas ciudades como gemelas, idénticas en forma e historia, metrópolis europeas con tantas similitudes que parecieran calcadas la una de la otra. Pues bien, aquí terminan las coincidencias y no me estoy refiriendo a que la diferencia demográfica sea de mas de dos millones de habitantes ni a que a partir de mediados del siglo XIX Barcelona cuente con un plan de crecimiento urbanístico que Porto aún tardaría casi 150 años en empezar a desarrollar.  Se halla en la adaptación de la estrategia militar de defensa de la ciudad, históricamente los puntos mas elevados eran los utilizados para colocar los cañones que persuadirían a los posibles invasores de atacar y esto lo supieron ver muy bien los pobladores de ambas urbes, buscaron esas zonas altas, las armaron y defendieron la entrada a la ciudad que situaron…cada una en un sitio diferente. La puerta principal de Porto está en el río, este jugó un papel fundamental en el tráfico marítimo, allí estaba el puerto y de ahí nació la ciudad y desde ahí luchó. En cambio a Barcelona se entraba por mar, allí está el puerto y de ahí crece la ciudad antigua en ligera pendiente hacia arriba, defendida extramuros desde lo alto de Montjuic la malla urbana se extiende en mancha de óleo plácidamente sin apenas limitaciones naturales durante siglos. El mayor obstáculo en el crecimiento de la Barcelona antigua, sin embargo, fue la misma ciudad en si, sin la protección natural del territorio fue necesario la construcción de una muralla que la aislase, dando lugar como consecuencia a una de las ciudades con mayor densidad de la época. En Porto apenas sucede eso, hay una muralla pero nunca rodeó la ciudad entera, no era necesario y no se hizo, nunca existió un dentro-fuera que forzase al asentamiento intramuros dando lugar a un casco histórico poco densificado para la época, permitió la existencia de barrios claramente limitados por la topografía que a la vez daba lugar a una tipología edificatoria diferenciada por el ancho de las calles permitido por el desnivel y por la cercanía con el río, en la orilla las casas dedicaban las plantas bajas al comercio y el resto a vivienda de las clases sociales mas bajas. En lo alto y alejadas de las enfermedades del río, olores y el trasiego de los comerciantes las clases altas construían sus palacios cerca de los edificios religiosos que si podían siempre encontraban los puestos mas elevados poblando de hitos la postal de la ciudad portuguesa.

En un momento dado, de relativa calma en Europa, las fortificaciones carecían de sentido y las grandes fortunas urbanas necesitadas de huir de las miserias de la ciudad medieval abandonaron las murallas. De ahí la que podemos considerar la primera gran reforma de la ciudad hacia la actual Barcelona. Francesc Macià abrió los límites de la ciudad condal y le dio un orden que propició un importante crecimiento demográfico y económico que de otra manera no hubiera sido posible. Por el contrario, el desarrollo de la ciudad de Porto que apenas abandonó el esquema medieval no se incrementó, sino que sufrió varias mermas de población debidas a las pobres condiciones higiénicas de la ciudad tradicional.

Pero si algo tienen de nuevo en común Barcelona y Porto es el pretexto de la organización de eventos deportivos a escala mundial para hacerse un hueco en el panorama turístico internacional y en base a una modernización de las infraestructuras absorber zonas anteriormente alejadas de la ciudad, desmarginalizar barrios que antaño fueron satélites y que ahora quedan integrados en la malla urbana para establecer los nuevos límites al otro lado de las vías periféricas de  comunicación. Más allá, donde no llegan los planes metropolitanos continúa la expansión urbanística sin esperar a que la ciudad llegue, cuando inevitablemente lo haga, las barreras ya no serán tal y será el momento de volver a pensar que será Barcelona y que será Porto.