Pocos eventos han marcado tan profundamente una ciudad como en el caso de las Olimpiadas del 1992 a Barcelona.
Gracias a la nominación de Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos de 1992, no solo se construyeron nuevas instalaciones deportivas, sino que se inició una gran transformación que afectaría a toda la ciudad.
Se mejoraron las infraestructuras, como es el caso del aeropuerto de Barcelona (se mejoró la terminal B, y se crearon dos terminales nuevas la A y la C). Se crearon nuevos hoteles y reformaron algunos que ya existían. Se restauró la zona donde se situó la Villa Olímpica, hasta el momento muy degradada. Se modernizaron partes de la ciudad para satisfacer las necesidades de un evento como este. Y el cambio quizá más importante, la ciudad se abrió al mar.
En total había 35 instalaciones deportivas para albergar todas las competiciones. La ciudad de Barcelona contó con 19 instalaciones divididas en diferentes áreas, una de estas era Monjuïc.
En
Monjuïc se realizó una transformación urbanística global. Se reformaron las
conexiones viarias, se facilito la subida a través de escaleras mecánicas
integradas en el parque, se inició la urbanización de zonas casi desconocidas
hasta ese momento, como el lado sud de la montaña, ocupado por basuras y barracas.
Todas estas
mejoras contribuyeron a mejorar la relación ciudad-montaña, estando esta cada
vez más cerca de la ciudad.
Pero Barcelona no
fue la única ciudad en beneficiarse del evento. Se eligieron otras 15 ciudades
como subsedes de los Juegos Olímpicos. Una de estas ciudades es Granollers.
Granollers fue
escogida como sede del balonmano, realizándose todos los partidos a excepción
de las finales que se realizaron en el Palau Sant Jordi.
La elección de
Granollers como sede de este deporte no es de extrañar. Desde la creación del
Club Balonmano Granollers en 1944, es uno de los clubs más laureados del país,
por la cantidad de títulos conseguidos. En la ciudad se ha convertido ya en
parte de su tradición.
Tiene una capacidad
para 5.500 espectadores, y fue concebido como un espacio polivalente apto para
todo tipo de actos, tanto deportivos, como sociales o culturales.
Además de la
pista principal, el complejo cuenta con una pista anexa, dos pistas de squash,
varias pistas descubiertas de balonmano y mini-balonmano, un centro de medicina
deportiva y las oficinas del servicio de deportes del ayuntamiento.
Pero al igual que
en Barcelona, Granollers no solo ganó un nuevo equipamiento deportivo, sino que
incorporó pequeños cambios que contribuyeron a mejorar la ciudad.
El Palacio de
Deportes se construyó en la parte sur del término, ocupada en gran parte aun
por zonas agrícolas, que gracias a estas nuevas instalaciones se revalorizó,
urbanizando toda la zona que rodeaba el complejo deportivo.
Esta urbanización
fue posible gracias a la concepción de este edificio en forma de sala, por
contraposición a las instalaciones en forma de circo, que exigen grandes
espacios abiertos alrededor. La forma permitió la integración de este al
entrono urbano a una escala doméstica y residencial.